"Me parece perfecta la decisión. Y lo mejor es que no solo me sirve a mí, sino que beneficiará a todos los demás que están por venir", expresa Alexander Salinas, un transexual de San Fernando (Cádiz) que acaba de conocer que podrá ser el padrino de bautizo de sus sobrinos después de que la Iglesia no le permitiese ejercer la función alegando que debía llevar un estilo de vida "congruente con la fe". Tras una fuerte presión social que comenzó a finales de julio, cuando se conoció el rechazo de la Iglesia, Salinas, de 21 años, será el padrino del bautizo de dos de sus sobrinos, uno con cinco meses y otro que está por llegar.
El Obispado de Cádiz alegó en una nota que para ejercer esta función hay que llevar un estilo de vida "congruente" con las disposiciones de la Iglesia, y según describió el cura de la parroquia San José Artesano, a la que acudió Salinas para ser padrino, como párroco "no podría cambiar 2.000 años de Historia de la Iglesia" y el cambio de sexo no estaba "permitido en la moral cristiana". Pero en varios días han cambiado de parecer. Según fuentes del obispado, después de que se hayan revisado varios aspectos de la vida de Salinas cumple la "idoneidad" para ser tutor espiritual de los sobrinos. "El párroco es el que decide", remarcan desde el obispado, aunque Salinas defiende que es la institución la que puso los impedimentos.
Ahora falta poner fecha en la parroquia para que Alexander Salinas pueda formar parte del sacramento del hijo de su hermana, que hasta que no se aclarase la situación optó por suspender el bautizo del menor. "Rectificar es de sabios y estoy muy contento de que se haya resuelto de la forma más civilizada posible, porque no hemos llegado a poner la demanda que teníamos prevista para denunciar el caso", recuerda Salinas, que ha contado con el apoyo de varias asociaciones y colectivos que defienden la igualdad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) y que se plantea abrir en San Fernando una asociación para ayudar a las personas que lo necesiten en este aspecto.
"Crea un precedente. Abre una puerta, abre un camino para que se acabe con la exclusión y la discriminación. Ahora cualquier eclesiástico debe saber que los transexuales tienen los mismos derechos en la Iglesia", apunta la diputada socialista Carla Antonelli, que coincide con Salinas en que rectificar es de sabios. "Lo lamentable es que ha tenido que suceder tras la presión social", recuerda la única diputada transexual en el Congreso.
Salinas abrió una petición en la plataforma change.org para que el papa Francisco tratase el tema y buscase la igualdad al colectivo de transexuales, una iniciativa que ha reunido hasta ahora más de 34.000 firmas. "No sé si el papa ha visto mi solicitud o no, no me consta. Pero desde luego está cambiando la iglesia entera, acaba de decir que los divorciados no están excomulgados y me parece perfecto el giro de apertura que le está dando", considera el chico.
La Asociación de Transexuales de Andalucía Sylvia Rivera (ATA), que puso el caso en conocimiento de la Fiscalía de Igualdad y contra los delitos de odio de Cádiz, se ha mostrado satisfecha también tras conocer la nueva decisión de la Iglesia. "Celebramos este avance como un logro para las personas transexuales, una vez más la respuesta solidaria y organizada ha hecho posible que el sentido común y la justicia sean posibles". declara Mar Cambrollé, presidenta de la asociación.
La próxima acción será la celebración de una concentración en la Iglesia Mayor en San Fernando, este sábado 8, a las 20.00, para exigir al obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, que pida perdón públicamente por los daños producidos a Salinas. "Queremos que repare lo que ha causado y también aprovechar para dar las gracias públicamente por todo el apoyo que ha recibido Alexander en su lucha", informan fuentes de Podemos en San Fernando, partido que convocó previamente la concentración para protestar por la situación pero que la ha mantenido con esos dos objetivos.
Los últimos años ha sido el ‘padrastro de’ en un reality cuyo título no incluía su apellido. Bruce Jenner ejercía de secundario en Keeping Up with the Kardashians, donde Kim Kardashian y sus hermanas brillaban como protagonistas de un producto frecuentemente criticado por vacuo y frívolo. Con la exposición pública de su proceso de cambio de sexo esta semana en la portada de Vanity Fair, Bruce (ahora Caitlyn) no solo ha superado en repercusión cualquier selfie de sus hijastras, se ha convertido en un símbolo de la lucha por los derechos y la visibilidad de los transexuales en Estados Unidos. Hasta el presidente Barack Obama se ha pronunciado en Twitter, alabando su “valor” al compartir su historia. Pero también ha recibido críticas. Hoy Jenner vive su segundo momento de gloria. El primero tuvo lugar en 1976, cuando se convirtió en héroe nacional al proclamarse campeón olímpico. Como mujer y casi 40 años después, proclama que su vida anterior “fue una mentira”. Para ella no hay mayor logro que haber pronunciado el titular de portada de la revista: “Llamadme Caitlyn”.
Los Juegos de Montreal siempre serán recordados como los de Nadia Comaneci. Mientras la gimnasta rumana deslumbraba al mundo, William Bruce Jenner (Nueva York, 1949) conseguía el oro en decatlón, con récord mundial incluido. Un éxito que le convertía en ídolo para los estadounidenses. Aún en plena Guerra Fría, el atleta devolvía a su país uno de los títulos más importantes de los Juegos, que cuatro años antes en Múnich había quedado en manos de la URSS. Entonces encarnaba el ideal de héroe americano. Hijo de un combatiente de la II Guerra Mundial que ganó la plata en los 100 metros lisos en los Juegos Olímpicos del Ejército de 1945 en Alemania. Deportista desde pequeño, y campeón olímpico tras años de duro entrenamiento en los que su primera mujer mantenía la economía familiar mientras él entrenaba y vendía seguros de vida. Tras Montreal y con solo 26 años, Jenner decidió dejar el deporte y aprovechar su popularidad para ganar dinero con contratos publicitarios, charlas motivacionales y una carrera como actor de series y telefilmes. También varios noviazgos y tres matrimonios, el último en 1991 con Kristen Mary Houghton, exesposa del abogado Robert Kardashian (conocido por el caso de O. J. Simpson), y con la que ha tenido dos hijas. Jenner es padre de otros cuatro hijos, dos con cada una de sus primeras mujeres.
Por otro lado, miles de detractores han enviado una carta firmada al COI pidiendo que le quiten la medalla de oro obtenida en 1976, por haber violado los estatutos olímpicos que impiden a una mujer competir como un hombre, ya que Jenner ha declarado ser una mujer en un cuerpo de hombre desde siempre. Una iniciativa que ha generado en la Red una respuesta contraria, que tilda de ridícula una petición amparada en un argumento surrealista que enmascara una evidente transfobia. Mientras, asociaciones de transexuales le piden que ayude económicamente a un colectivo que en EE UU tiene tasas de desempleo que rondan el 30% y una alta marginalidad relacionada con la prostitución o la cárcel. Jenner asegura en Vanity Fair que quiere que su próximo reality, un documental en el que contará su proceso de cambio de sexo, sirva para que baje la tasa de suicidio de las personas transgénero, nueve veces superior a la media del país. También está decidida a aprovechar su momento y ya ha recibido ofertas de varias marcas de cosméticos para ser su imagen.
Cada vez se habla más de los menores transexuales. En los últimos meses, han salido a la luz varios casos en España. Emma, Patri, Ariel, Daniela son los nombres de algunos de esos niños que han ido apareciendo en distintos medios de comunicación. Tienen entre 6 y 13 años. Nacieron con los genitales de un sexo, pero se identifican con el otro. Son niños en cuerpos de niñas. Niñas en cuerpos de niños. Una identidad que, en décadas pasadas, ellos mismos habrían intentado silenciar hasta la edad adulta por miedo a ser rechazados o incluso castigados por sus propias familias.
Hoy, la realidad es otra. La sociedad ha cambiado y la mayor apertura y comprensión de los padres hace que una parte de estos niños, aunque no todos, puedan mostrarse en público de acuerdo al género con el que se identifican. Probablemente, no es que ahora haya más niños así, sino que la presión social es algo menor y esto hace que se atrevan a exteriorizar lo que les pasa a edades más tempranas.
Aun así, no son pocas las dificultades a las que se enfrentan. Los prejuicios y el estigma siguen estando a la orden del día. Lograr que su propia familia los acepte es un primer paso. Pero luego, todavía les queda la escuela, la calle, el vecindario. Algunos centros escolares se niegan a dejarles utilizar el baño correspondiente al género con el que se identifican y la ley actual les exige esperar hasta los 18 años para poder cambiar de nombre y género en el DNI.
En busca de una solución legal
El estrés y riesgos para la salud psíquica y emocional que estas situaciones comportan están llevando a algunos países, aunque todavía pocos, a tomar cartas en el asunto. El último es Noruega, cuyo Gobierno presentó hace unas semanas una propuesta para permitir que los menores puedan cambiar de nombre y género en su documentación oficial a partir de los 7 años. Un trámite, además, que los mayores de 16 podrán solicitar sin consentimiento paterno.
De ser aprobada, la nueva ley se convertiría en una de las primeras del mundo en reconocer este derecho a niños tan pequeños. Antes, tendrá que superar el trámite parlamentario, aunque sus impulsores aseguran que el consenso político a favor de la reforma es bastante alto.
Lo cierto es que la ley vigente en el país nórdico, como en otros muchos de Europa, es muy restrictiva. Más allá de tener que ser adultos, los transexuales que quieran solicitar un cambio de nombre y género en documentos como el carné de identidad o el pasaporte, tienen que someterse antes a una esterilización, una intervención quirúrgica muy invasiva e irreversible.
Dicha legislación ya tiene 60 años y, en palabras del ministro de Sanidad, Bent Høie, resulta “inaceptable” para cualquier sociedad moderna.
Su proyecto, por el contrario, propone no sólo eliminar el requisito de la operación quirúrgica sino que también exime a los solicitantes de tener que seguir cualquier otro tratamiento. Es decir, los transexuales que lo deseen, tanto niños como adultos, podrán solicitar el cambio de nombre y género en sus documentos identificativos sin tener que aportar ningún informe médico o psicológico que demuestre que su identidad sexual es distinta a la que se les asignó al nacer. Una modificación, por lo demás, que podrán volver a cambiar en cualquier momento.
Høie, que en un comunicado califica el paso de “histórico”, destaca que la nueva ley hará que sea “el individuo y no el servicio de salud” el que decida cuándo una persona ha cambiado su género legal. Un enfoque que, en su opinión, “valora la libertad personal” y “fortalece los derechos humanos”. Eso sí, para someterse a una operación quirúrgica de cambio de sexo, los transexuales tendrán que seguir esperando hasta los 18 años.
La situación en España
Desde la fundación Daniela, cuyo objetivo es luchar contra la discriminación de los menores trans en España, Isidro García aplaude la iniciativa noruega y destaca la “despatologización” que supone de la transexualidad, una identidad de género que muchos países siguen catalogando como una enfermedad.
Aunque la ley española aprobada en 2007 avanzó en algunos puntos, en nuestro país, los transgénero siguen necesitando un diagnóstico médico de disforia de género para poder cambiar su nombre y género en el DNI. Además, deben haberse sometido a un tratamiento hormonal de al menos dos años para acomodar sus características físicas a las que corresponden al otro sexo, aunque esto no implica tener que someterse a una cirugía de reasignación sexual.
Pero quizá es en el tema de los menores donde la propuesta noruega es más novedosa. En España, para solicitar un cambio de nombre en el Registro Civil, hay que ser mayor de edad. Aun así, algunos menores, unos 20 en todo el territorio nacional, también lo han logrado. Para ello, no obstante, han tenido que optar por la vía judicial, acogiéndose a la cláusula que permite el cambio de nombre por “uso habitual”. A otros, sin embargo, el juez se lo ha denegado.
García asegura que esta circunstancia hace que los niños se vean expuestos a mucho estrés y ansiedad. Nos explica que, hace poco, un niño de 8 años que acude a su fundación le preguntó cuándo podría cambiar su nombre en el DNI y al responderle que a los 18 años, el pequeño exclamó desesperado: “Pero, entonces, hasta los 18 años, ¿no voy a existir?”.
La transexualidad todavía se conoce poco y algunos opinan que un niño de 7 años es demasiado pequeño para poder tomar una decisión sobre su género. García considera que, probablemente, las personas que piensan así nunca han conocido a un niño trans. “La transexualidad no es una elección, sino una identidad. Y la identidad no se elige”. Por el contrario, si no se permite a esos menores expresarse en libertad tal como se ven a ellos mismos, “nos arriesgamos a que esto les genere traumas y consecuencias graves para su salud mental”.
Un estudio realizado el año pasado, por ejemplo, demuestra que los niños y adolescentes trans son 10 veces más vulnerables al suicidio que el resto de la población y que, en gran medida, esto se debe a la discriminación e incomprensión que sufren en su entorno.
Los niños y adolescentes trans son 10 veces más vulnerables al suicidio, en gran medida, por la discriminación e incomprensión en su entorno
Por otro lado, García destaca que la mayor parte de las personas transgénero adultas aseguran que lo saben desde que eran niños. Para muchas, el no haberlo podido exteriorizar o el haber sido rechazados precisamente por hacerlo, hizo que su infancia fuera terrible.
Entre los 2 y los 3 años, de hecho, es cuando se empieza a tener consciencia de la propia identidad sexual. “Dejar que todos los niños se muestren al mundo tal y como son, sin prejuicios ni encorsetamientos, no puede hacer otra cosa que beneficiarles”, subraya García.
Probablemente, la parte más difícil llega con la adolescencia, con el desarrollo sexual y los cambios físicos que esto conlleva. La aparición de los pechos y la regla para las chicas que se saben chicos o de la barba y la voz grave para los chicos que se saben chicas, suele ser un proceso doloroso.
Para evitarlo, está la opción de suministrarles bloqueadores hormonales, que frenan el desarrollo de la pubertad. Es un tratamiento completamente reversible. Pero, en España, sólo está financiado por la seguridad social en unas pocas comunidades. En la mayor parte del territorio nacional, los menores tienen que acudir a la sanidad privada.
El camino por recorrer
Desde la fundación Daniela están recogiendo firmas para que todo esto cambie. Una ley integral que haga más fácil defender los derechos del colectivo transexual, que suele ser el más discriminado de las minorías sexuales, recuerdan.
Según un estudio reciente, el 54% de las personas trans aseguraron haberse sentido discriminadas a lo largo del último año. Una triste realidad que está empezando a cambiar. La propuesta noruega no es la única. La vecina Suecia estudia una reforma parecida y ya son varios los países que en los últimos tiempos han aprobado leyes más favorables como Dinamarca, Malta, Irlanda o Argentina. Tras las conquistas del colectivo homosexual en distintas partes del mundo, parece que ha llegado la hora de los trans.
Fiore Bouhsaren a los seis años se dejó el pelo largo. Iba al colegio con los ojos escondidos tras una sombra negra y los labios pintados. Trataba de ocultar que debajo de todo ese maquillaje lo que había era un niño que se sentía niña. A los 20 años está a punto de empezar por fin un tratamiento hormonal y es uno de los rostros de la campaña fotográfica que la Fundación Daniela ha presentado para dar a conocer la realidad de los niños transexuales. "Me habría ayudado mucho haber contado, de pequeña, con asesoramiento médico", asegura Fiore.
Leo Mulió, de 22 años, no se empezó a tratar hasta los 20 años. Ahora tiene barba y una voz grave que camuflan totalmente que antes de ser Leo se llamó María. "Hay cosas que me podría haber evitado si hubiese empezado el tratamiento siendo menor de edad. Creo, por ejemplo, que los bloqueadores hormonales son muy beneficiosos. Yo me podría haber ahorrado la operación del pecho, que es dolorosa", cuenta.
Leo siempre supo que era un chico. En su comunión quiso vestirse de marinero, pero la sola propuesta escandalizó a su familia y finalmente acordaron que llevaría un vestido simple, con la menor floritura posible. Lo mismo le pasó a Alejandro Sánchez, de 27 años. "Cuando de pequeño yo decía que era un chico me decían que no, como si estuviera diciendo algo malo", recuerda Alejandro, que empezó el tratamiento hormonal hace dos años. "Entonces empecé a ser feliz", declara.
Pero para las mujeres es más difícil. "Es más llamativo. En un chico los cambios son más rápidos y más visibles. En nosotras es más gradual", explica Irene Aulla, de 25 años. Tanto Irene como Fiore tuvieron que soportar todo tipo de insultos siendo niñas. "El más frecuente es maricón", vocaliza Fiore, sin apenas emitir sonido alguno, porque todavía le atormenta ese calificativo. Fiore sufrió todo tipo de bulling en el colegio, tanto de sus compañeros de clase como de profesores. "Me suspendían por ir a clase maquillada", cuenta.
La falta de aceptación social es algo con lo que tienen que vivir las personas transexuales, y es mucho más peligrosa en los niños, explica Ana Prieto, psicóloga de la Fundación Daniela. "Pueden presentar ansiedad y depresión. En algunos casos puede desencadenar en consumo de drogas, prostitución e incluso suicidio", asegura la psicóloga. Por eso recomienda fomentar un entorno abierto en el núcleo familiar para que el niño pueda expresarse tal y como es. Desde el punto de vista médico hay dos tipos de tratamientos adecuados en menores, informa Prieto. Los bloqueadores hormonales, que frenan el desarrollo y que son reversibles, y la hormonación cruzada, para el cambio ya definitivo.
Lo importante, asegura Isidro García, sexólogo y gerente de la fundación, es evitar el estigma y la discriminación de estos jóvenes. Fiore, Irene, Alejandro y Leo ya han empezado a andar ese camino. Han dejado atrás los prejuicios del pasado, ya son capaces de mirarse en el espejo con una sonrisa.