Se baja del taxi una señora mayor, aunque no aparenta los 70 años que sé que tiene, con su pelo rubio oscuro recogido en un discreto moño, tanto como el maquillaje que apenas sombrea sus pómulos. Anorak burdeos, pantalón azul… ¿Raquel? Se vira y me sonríe.
He quedado con ella para que me cuente su historia, para que sepa cómo es ser una mujer trans y haber nacido en 1947. De las mujeres que estoy entrevistando es la mayor, y aunque su historia es parecida al resto la cuenta distinto. Lo primero que me llama la atención es el género que usa, porque Raquel, que siempre ha sido mujer, intercambia el masculino y el femenino porque asume que otros la veían un chico, aún hoy la llaman por su nombre de varón, más de 40 años después de que un amigo la llamara por la calle Raquel, porque sus andares con aquél pantalón de pana rojo nada tenían que envidiarle a la Raquel Welch de las pantallas de cine.